No quería ver la realidad de la crisis económica que todos los demás veían, y ha pagado por ello en las elecciones gallegas. Ahora quiere ver, contra la evidencia contraria, que “hay en la UE un gobierno común contra la crisis”, y puede pagar por ello en las elecciones europeas. No es que tenga visión optimista de la realidad, ni patológico error de percepción de la misma. El infante Zapatero no ha salido, y no quiere salir, de su maravillosa etapa de jugueteo con ficciones y ensoñaciones de gobernante. Su tenaz adversario, como el de la tierna infancia, es la realidad. Y todos tendremos que pagar por ello. Pero, a cambio, España aporta al mundo moderno la novedad de ser gobernada por un niño de talante entusiástico. Así lo dicen sus colegas europeos, que atribuyen la fantasía del gobierno común al “entusiasmo de Zapatero”, a su arrobamiento místico en las cumbres internacionales.   El desgobierno de la UE se ha manifestado en la última reunión de jefes de Estado y de Gobierno. El propósito de la Republica Checa convocante era saludable: poner coto al proteccionismo de las economías nacionales, ante el temor de que se extendiera el ejemplo francés de proteger la industria del automóvil, vulnerando las reglas de la competencia. Pero tan pronto como hablaron los gobiernos del Este europeo, estalló la desunión por el punto más débil de los países que entraron en la comunidad europea, como hizo España, anteponiendo la conveniencia política a la defensa de sus intereses económicos. España persiguió la homologación política con los gobiernos de Europa occidental. La situación era distinta para la incorporación de los Estados de Europa Central y Oriental. Existía la zona euro y el temor de seguir bajo la sombra del Kremlin. Y ahora, la crisis económica derriba los presupuestos políticos, monetarios y financieros que motivaron la incorporación de esos Estados.   Salvo Polonia y Estonia, los gobiernos del Este pidieron una ayuda urgente de 180 mil millones de euros para sanear sus bancos y reactivar sus débiles economías. La petición fue rechazada “para no crear división de bloques en el seno de la Unión”. Pero ese rechazo crea las condiciones para que prenda una deflagración que lleve a la quiebra financiera de la UE. En Polonia se ha hundido la economía productiva. Hungría y Letonia están en suspensión de pagos de su deuda pública. El Este debe pagar este año, a los bancos del Oeste, 312 mil millones de euros. Un banco austriaco le ha dado créditos de valor equivalente al 80 por ciento del PIB de Austria. El Fondo Monetario no tiene recursos tan grandes. Y el Presidente del Banco Mundial pide a la UE que, por egoísmo, planifique y dirija la operación de rescate financiero de la Europa del Este. Pero la UE, que carece de instituciones financieras para su ámbito territorial, prefiere hundirse unida a salvarse en bloques.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí