José Schumpeter Esta crisis es algo más que un simple desajuste entre oferta y demanda agregadas, es una crisis social, financiera, económica y política, es decir, una crisis total.   Una crisis social. Una gran parte de la sociedad española tiene en baja estima la producción de bienes y servicios a bajo coste, prefiere que lo hagan los chinos, los coreanos o los vietnamitas o deslocalizarlas hacia el este de Europa, a cambio de dedicarse, cual metrópoli de antaño, al diseño o a la ingeniería financiera, a servicios o actividades susceptibles de ser subvencionadas, a realizar una función pública o asimilada como forma fácil de obtener ingresos con pocos riesgos. Aspiraciones muy lejanas de esas personas emprendedoras en búsqueda constante de la innovación, de nuevos productos y de nuevos mercados, que encarnan ese espíritu del que hablaba Joseph Schumpeter.   La crisis financiera. Los bancos, que, según nos enseñan los manuales, sirven para intermediar entre los ahorradores y los inversores, convencieron a los constructores de la ingente demanda de viviendas para el turismo y como forma de inversión alternativa. Les invitaron a satisfacerla, dados los bajos tipos de interés, a través de grandes hipotecas que posteriormente subrogarían en trocitos a los particulares. A continuación las empaquetaron con lacitos de alta rentabilidad y las ofrecieron como derivados financieros a otra gente ansiosa de ganar mucho dinero en poco tiempo. A la vez aconsejaron a sus clientes que invirtiesen en otros derivados ofrecidos en los mercados internacionales. Títulos amparados por otros títulos que a su vez representan otros derivados. En este castillo de naipes la caída de una carta puede conllevar un auténtico desastre si no hay ninguna estructura sólida que lo sostenga.   Hace poco decía Robert Solou, analizando la situación actual, que la capacidad productiva de Estados Unidos está intacta y volverá a funcionar en cuanto se solucionen los problemas financieros. Aquí, desgraciadamente el tejido empresarial es débil, dependiente de la demanda de la construcción, del turismo y de las Administraciones Públicas, o de la oferta de productos cada vez menos competitivos en los mercados internacionales.

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