La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio Enseñanza resignada El objetivo de la enseñanza es la educación, alimento natural de la imaginación que nos conduce por caminos que requieren método y esfuerzo, un perpetuo impulso por descubrir, una emoción sin fin. Sólo el que ama y conoce lo que enseña puede llegar a transmitirlo a otros con amabilidad. Voluntad, respeto, atención y responsabilidad son las claves para gozar del saber. &nbsp El deseo de aprender madura con la experiencia propia, lo que queda en el tamiz del tiempo es el pasado educador. La educación debe desvincularse de la actualidad y las costumbres, sin ese exilio iniciático no puede aparecer la inquietud, el sentido crítico ni la transgresión. Los cánones clásicos y el diálogo con las obras maestras dan acceso a un lugar sin fronteras que nos rescata de los espejos de la inmediatez y nos recuerdan cosas olvidadas. Un sistema de enseñanza tendría que ser capaz de fascinar, de liberar y de progresar. En la escuela se proyecta la conciencia lingüística, histórica y moral. &nbsp Una modernísima centrifugadora igualitarista disgrega las doctrinas tecnocráticas de mediadores, orientadores, psicopedagogos y comisarios político-sindicales. Estos son los nuevos mandarines y brujos, sustitutos de curas y exorcistas; arribistas burócratas del control ideológico, de un modelo educativo lúdico-festivo que promociona pretenciosas asignaturas divulgativas de administraciones oligárquicas sin valor como disciplinas de la inteligencia. Venenos lentos para una tutelada sociedad civil, remodelada conforme a una imaginación común, fábrica de perpetuos adolescentes, gregarios, apáticos y sumisos, perdidos en el vertiginoso vacío del exceso. &nbsp En un cruce de mentalidades opuestas se encuentran la antigua y productiva relación maestro-discípulo, la vocación, la excelencia, el rigor intelectual, la exigencia, el riesgo y lo impredecible, energías que los ciudadanos necesitan para la acción en la querella política. La gramática es la base para hablar y escribir correctamente, la retórica hace de la lengua la danza del ingenio, la dialéctica ayuda a buscar la verdad entre las «lenguas de madera». Piedra a piedra se construye un puente de conocimientos, sostenido por el arco de la memoria que las piedras forman.

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