Bien cocinado (foto: Éole) Sospecha de Estado En uno de sus avances gastronómicos, el señor Pérez, conocido como Rubalcaba, sirvió anteayer a la televidencia las vinculaciones de las nuevas organizaciones independentistas vascas Askatasuna y D3M. La receta dice que aunque los integrantes de las listas de los abertzales son desconocidos, la Guardia Civil y la Policía Nacional han encontrado indicios de que algunos pueden tener relación con Herri Batasuna.   Quizá, lo único que instintivamente parece tan enemigo de lo natural como la sospecha de Estado de un ministro del interior partidocrático sean los guisos de la cocina experimental, moderna y alta. Comprobar cómo los españoles andan acostumbrados no sólo a que se prohíban partidos políticos -defiendan estos lo que defiendan y dejen de condenar aquello que les plazca- sino a asistir a las campañas para-políticas de toma y daca previas a cada pantomima electoral, reseca el ánimo. ¿En qué pugna verdadera ganan todas las partes? Si los nacionalistas son admitidos en el juego recibirán del Estado que niegan pingües reconocimientos y, si no es así, la clandestinidad mantendrá inmaculado su oportunismo político; si el Gobierno deja fuera de las elecciones a los sospechosos habituales explotará la imagen de paladín de la ley y si no, tendrá de nuevo chivo expiatorio de males y tensiones venideras, además de presentable mediador ante ETA.   Cuando los políticos cocinan, lo hacen en secreto. Imagina, niño mío, cómo es la cocina del Ministerio del Interior. Cuando los cocineros crean, lo hacen en televisión y en los restaurantes sin fronteras que sirven heces de vencejo en grandes lienzos para cobrar precios de marchante. Si se pregunta al ministerio represor o a los vascólatras qué justificaciones tienen sus actos, mienten o intentan convencer de lo que no fue con la oscuridad de los calabozos y la violencia. Si se pregunta a un experimental cocinero qué ingredientes contiene su obra, exhala aliento de laboratorio. Cocíname a los batasunos, ministro. “Emplata” caliente la información desquiciada de esta pre-campaña, que ya nos llegamos a escuchar tus razones tan idiotizados como rascamos nuestro bolsillo para presumir de que hemos degustado suflé de tierra.

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