Kim Novak (foto: carbonated) Deseable feminidad Un cine y una televisión procaces, burdos reclamos publicitarios, y la fuente incesante de pornografía que mana de internet, han estimulado una rijosidad propia de adolescentes o de Berlusconi. La sexualidad que sólo es inmediato deseo, lo convierte todo en objeto de su acción, nivelándolo, haciéndolo igual. Cómo sobrecogerse, entonces, ante la sublime belleza de una mujer.   Así como la música nace en el oído del que la escucha, la belleza femenina se ha creado en los ojos del hombre. La fábrica de sueños ha modelado el deseo de varias generaciones de espectadores. No es extraño que Eva Mendes, una actriz del star system, sea la mujer más deseada en el mundo virtual.   El universo de Hollywwod creó un imaginario femenino inspirado en la mitología griega: Pandora, la figura que seduce y destruye a los hombres, la femme fatale, o las devastadoras Gene Tierney ("Que el cielo la juzgue") y Jean Simmons con su cara de ángel; Atenea, encarnada en la combativa y orgullosa sureña de "Lo que el viento se llevó"; Démeter o la maternal y benefactora Olivia de Havilland, que ofrece el refugio de su hogar; el legado de Perséfone lo recogen vírgenes apasionadas como Rebeca o Maureen O´Hara en "El hombre tranquilo"; y de entre los muertos, Eurídice, o el vértigo que provoca Kim Novak.   La antigua creencia en la superioridad del amor ideal o divino respecto del amor natural o carnal, no tiene en cuenta que la vida humana es animal en su procedencia y espiritual en sus creaciones. Ha de preservarse la unidad del acto de Afrodita, con sus tres elementos: deseo, placer y conjunción.

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