Intelectuales, juristas del estado de partido, partidos y otros comentaristas de las recientes negociaciones entre el centralismo de Madrid y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos están indignados por la supuesta falta de solidaridad e igualdad en el reparto financiero y económico de la caja común del Estado. Desconocen el significado político de la igualdad. Se mantienen en un nivel social y pecuniario; por lo que no pueden ofrecer soluciones: solamente confirmar la deriva “federalista” o separatista de las autonomías.   Juan José Ibarretxe (foto: Gobierno Vasco) Para una auténtica democracia representativa, en cambio, la igualdad siempre es una igualdad política, es decir, basada en criterios reales de acción del pueblo para evitar la muerte de la nación y las decisiones arbitrarias procedentes de la vulneración de la separación de poderes. Todos estos conceptos políticos, sin embargo, son ajenos al séquito intelectual del estado partidocrático español.   La igualdad y la libertad son compatibles si son políticas y contrarias a la partidocracia. No es la igualdad de cada uno para decidir en los asuntos de los otros, ni la igualdad impuesta por el centralismo de Madrid, porque son ideas diferentes el derecho de decidir uno mismo -Catalunya, Euskadi, Galicia- sobre algo propio y el derecho –del pueblo– a participar en decisiones colectivas sobre lo que nos concierne a todos.   La voluntad de hacer, la acción de los gobernados para conseguir un gobierno más representativo y justo, alcanza a ser la verdadera igualdad de todos, la igualdad política de la nación, cuando existe también una auténtica democracia representativa, libertad política.   Ello exige superar el obstáculo histórico de la mera elección de iconos de poder reducidos, a su vez, a simple marketing partidocrático. El siglo XX mostró que el deseo de igualdad (revoluciones sociales) y el de libertad (liberalismo parlamentario) del pueblo son incompatibles cuando no alcanzan a conceptualizarse como ideas políticas. La democracia representativa que impida la partidocracia asegura, en cambio, la igualdad política y, con ello, la libertad.

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