Una insólita asociación de pseudo-ateos y pseudo-agnósticos catalanes ha tenido la desagradable y vulgar ocurrencia de colocar en los laterales de varios autobuses municipales de Barcelona -próximamente también lo hará en Madrid- un gran letrero publicitario anunciando que “Probablemente Dios no existe”. La evidente falta de respeto de este anuncio (puesto en sitio público municipal), a los creyentes de todas las religiones monoteístas que lo vean, no está amparada en idea filosófica o científica respetable, ni legitimada por la naturaleza laica del Estado español, sin que responda tampoco al pensamiento fuerte de los ateos o al pensamiento débil de los agnósticos. Es más bien una grotesca muestra de la falta de pensamiento.   Una cosa es el laicismo de todas las instituciones estatales, comunitarias o municipales, y otra muy distinta el ateismo o el agnosticismo. Estado laico solo quiere decir no confesional y, en consecuencia, neutral y respetuoso de todas las confesiones, y de todas las formas de indiferencia ante la religión, que puedan manifestarse en el seno de la sociedad. El extravagante anuncio desconoce, además, que los verdaderos ateos, como yo lo soy, jamás dirán que probablemente Dios no existe, pues están absolutamente seguros de su inexistencia. Un agnóstico tampoco basa su escepticismo teológico en la improbabilidad de la existencia de Dios, sino solamente en su incapacidad intelectual para decidir entre la ausencia de prueba de la existencia y de la inexistencia de Dios. Ni uno ni otro calculan el grado de probabilidad que requiere esa prueba. El ateo se diferencia del agnóstico en que éste no sabe distinguir entre la necesidad de probar lo que se afirma, la existencia de Dios, y la no necesidad de probar lo que se niega, la inexistencia de Dios.   Campaña del bus ateo (foto: www.busateu.org) La Asociación catalana que paga el llamativo y nada original anuncio de que probablemente Dios no existe, copiado de otro exactamente igual que luce en autobuses londinenses, siendo sin lugar a dudas una agrupación laica militante, infringe el principio fundamental del laicismo de no tomar partido contra las manifestaciones religiosas en la sociedad. La sola idea de un ateismo o agnosticismo militantes, en procuración de prosélitos, es un contrasentido filosófico, sin parentesco alguno con la soberbia muerte de Dios anunciada por Zaratustra, y una confesión de inseguridad anímica de los que, por ser temerosos incrédulos, necesitan reunirse en compañía para afirmarse en su falta de fe y parecer progresistas.

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