La miseria económica y moral de las grandes urbes del orbe remiten a una realidad humana sierva, egocéntrica e individualista sin más autonomía personal que la propia del niño ante el Estado paternalista y benefactor, aunque sea a costa de su aniquilación como conciencia libre. Ante tal panorama la figura del policía que socorre frente al delito y al accidente confirman una razón y un motivo para mantener la esperanza en el progreso moral. Hay un sujeto humanitario. Si pensamos en el anónimo policía de un mundo globalizado su nombre no puede ser otro que “EE.UU.”. Él es el policía del mundo desde el final de la primera gran guerra y, sobre todo, desde la segunda.   Y con Kant podemos, entonces, preguntarnos: “¿Qué hecho de nuestro tiempo prueba la tendencia moral del género humano?”. Interrogarnos acerca de si, en medio de la recesión económica, es posible, sin embargo, postular aún el progreso moral y político en el género humano, que los pueblos y los estados se hallan en un progreso hacia lo mejor.   Barack Obama (foto: Barack Obama) En nuestros días, lo equiparable a la Revolución Francesa para Immanuel Kant sólo podría ser la abrumadora victoria electoral de Barack Obama: un negro ha unido de nuevo a la nación más poderosa de la Tierra y policía mundial, para dirigirse hacia una “revolución” pletórica de espíritu moral. Las recientes declaraciones públicas del presidente electo así lo confirman: “Quiero cerrar Guantánamo y retirar las tropas de Irak”. Puede triunfar o no, pero esa propuesta moral, que es de la mayoría del pueblo de los EE.UU. y no sólo de Obama, es, “a mi modo de ver”, lo que se “encuentra en el ánimo de todos los espectadores del mundo”, y siguiendo con palabras de Kant: “es una simpatía (por parte de todos) rayana en el entusiasmo que no puede tener otra causa sino la de una disposición moral del género humano”.

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