Comite Federal PSOE (foto: Partido Socialista) En los grupos de animales con características sociales, así como en las primitivas comunidades humanas, se establecen relaciones de liderazgo y sometimiento entre los individuos. Los denominados machos y hembras alfa acaparan las funciones de dirección y coordinación del grupo en cuanto a la búsqueda de alimentación y la defensa frente a agresiones externas. Sólo los más aptos para desarrollar esas tareas que benefician a todo el grupo, así como con capacidad para mantener esa posición jerárquica superior en la manada frente a otros aspirantes, pueden optar a tan deseado estatus de privilegio. Si por alguna razón alcanzan el liderazgo individuos incapaces de dirigir correctamente al grupo, esto puede suponer la autodestrucción del mismo, bien por incapacidad para encontrar alimento o por sucumbir en manos de agentes externos, ya sean depredadores o efectos medioambientales. Se originaría una presión de selección muy fuerte en contra del grupo, y por ende del nefasto líder: a medida que las condiciones adversas presionen al grupo, más aspirantes habrá dispuestos a derribarlo y a ocupar su lugar debido al descontento general. Sin embargo, si el individuo alfa consigue mantener su estatus, la presión de selección seguirá actuando contra el grupo en su totalidad, hasta destruirlo por completo.   En las modernas sociedades humanas, también se establecen muchas relaciones de liderazgo y sometimiento entre los individuos, unas veces consentidas y otras no tanto. La sociedad civil delega los asuntos relacionados con el liderazgo y los individuos alfa en la clase política: confía en que sean ellos los que provean de alimento (trabajo) y protección frente a factores externos.   Pero la complejidad de las relaciones humanas ha hecho que no solamente puedan alcanzar el estatus de individuo alfa los mejor preparados para guiar al grupo, sino aquellos que son capaces de aparentar que poseen esa preparación. En el caso de que estos últimos accedan a la posición de liderazgo, las consecuencias pueden ser tan desastrosas como las explicadas para una manada en el párrafo anterior. Pero si la sociedad civil es capaz de reaccionar y crear los mecanismos necesarios para sustituir a los líderes incompetentes por otros realmente preparados, el problema no es tan grave.

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