Ernst Jünger Vacío político A cada generación le toca luchar su propia batalla por la libertad; y la gana… o la pierde.   La victoria pasa primero por la extensión y consolidación de una idea que en un primer momento se nos presenta quizá tan sólo como una intuición aislada. La libertad, de niños, puede consistir en la súbita y magnífica intuición el espacio infinito del cielo. De adolescentes, en una lucha tan encarnizada como multiforme contra el statu quo, allí donde lo detectemos. Pero con los años va arraigándose con cada vez más fuerza la idea de que la libertad efectiva no se mueve en el vacío, sino que en cuanto fenómeno colectivo está inserta en unas coordenadas históricas de las que depende por completo para su realización, y sin las cuales la intuición primigenia de la libertad bordea el peligro de convertirse en simple huída. En otras palabras, de la libertad mística y después individualista se pasa a la política.   Es cierto: el siglo XX europeo ha vivido momentos tan monstruosos, tan oscuros políticamente hablando, que una apropiada articulación de este último estadio parecía casi imposible. De ahí que se nos haga comprensible ese movimiento exclusivo hacia la libertad interior, foráneo a lo político y público estrictamente hablando, que Ernst Jünger dibujó incomparablemente en su tratado La Emboscadura (1951), o Henry Miller en sus novelas autobiográficas entre los años treinta y sesenta.   Pero tal situación no es la de nuestra España aún transeúnte por la calle Falacia de la Transición. Nuestro desarrollo material, las libertades públicas, y la ausencia virtual de amenazas inminentes nos obligan a empujar la sociedad hasta la conquista de la libertad política; la cual, siguiendo el patrón antes mencionado, acaso debe hacerse sentir primero como una vasta e informe intuición para después ir tanteando el cuerpo del enemigo hasta conocer bien sus formas concretas y dentro de nuestras coordenadas históricas específicas. Por último quedaría desarrollar un sentido democrático y repúblico que conformará la realización final, pues el resultado que obtengamos depende enteramente de las ideas y los medios de que dispongamos para conseguirlas. Cada día más cerca.

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