Tempus ex machina (foto: The Alieness GiselaGiardino) No somos máquinas Una de las pruebas que se aportaron para combatir la visión monista materialista de la conciencia es la demostración de Gödel. Sus implicaciones epistemológicas y la sutileza política que desprende son tan interesantes que merecen, por sí solas, una reseña divulgativa del libro de Juan R. Searle que la recoge:   1. Algunos procedimientos computacionales se detienen (búsqueda de un número natural mayor que ocho); otros no (búsqueda de un número impar que sea suma de dos pares). 2. Definimos A como el conjunto enumerado de todos los procedimientos (o computaciones) cognoscibles para decidir si los procedimientos computacionales se detienen, de forma que si A(q,n) (el conjunto de todos los procedimientos que nos permiten saber si cierta computación (q) aplicada al número (n) se para) se detiene, Cq(n) (la computación C del número n), no lo hace. 3. Si se considera el caso en el que q=n, tenemos que si A(n,n) se detiene, entonces Cn(n) no se detiene. Pero ahora sólo tenemos el número n, y todo A(n,n) tiene que ser un miembro de la serie Cn(n); supongamos que A(n,n) es la kgésima computación de n, es decir: A(n,n)=Ck(n).4. Pues bien, tomando el caso en el que n=k: A(k,k)=Ck(k). Pero si nuestra premisa original es que si A(k,k) se para, Ck(k) no se para y sabemos que A(k,k)=Ck(k), entonces tenemos que si Ck(k) se para, Ck(k) no se para y siempre que toda proposición implica su propia negación es falsa: Ck(k) no se detiene. 5. Es decir que el conjunto de todos los algoritmos conocidos destinados a saber si una computación se para no nos ha servido para averiguar lo que de hecho sabemos, que Ck(k) se detiene. 6. La conclusión es que nosotros no utilizamos un algoritmo cognoscible para averiguar lo que sabemos. (*)   Al menos las piadosas máquinas nos enseñan que no somos máquinas.

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