Por fin el Gobierno aprobó los dos Decretos-Leyes esperados, uno de ellos crea “El Fondo para la Adquisición de Activos Financieros” adscrito al Ministerio de Economía y Hacienda, con una dotación de 30.000 M€, ampliable a 50.000 M€, dirigido y auditado por sus órganos, que enviará un informe cuatrimestral al Congreso de los Diputados, salvo que haya algún otro mecanismo de control. El otro tendrá por objeto autorizar el otorgamiento de avales del Estado a las operaciones de financiación nuevas que realicen las entidades de crédito residentes en España hasta un importe máximo de 100.000 M€ en 2008. Esta semana pasará el trámite de convalidación parlamentaria, en el que cada uno de los autómatas de lista de partido apretará el botón “SI” desde su escaño, sin rechistar; a lo más, el jefecillo de cada grupo cantará las angustias que sufre la patria. ¡Qué hipocresía!   Bolsa de Madrid (foto: Edgar González) Son tan enormes estas cantidades aprobadas que mucha gente se ha quedado estupefacta. Este Fondo de rescate va a manejar más dinero que todos los 8.111 Municipios de España durante 2007 en el que sus presupuestos alcanzaron los 53.000 M€ aproximadamente y ese Ministerio les está regateando parte de la financiación de los servicios prestados alegando que en la crisis económica todos deben arrimar el hombro. ¡Qué sarcasmo!   La regulación de ese fondo es una nebulosa, un cúmulo de conceptos indeterminados (“títulos de máxima calificación”, “selección por los mecanismos habituales del mercado”) que conducen directamente a esa cesta de préstamos hipotecarios de difícil amortización, bonos o cédulas compradas a otros bancos, cédulas que han emitido y no han podido vender en los diversos mercados financieros y sobre todo aquéllas que no podrán amortizar a su cercano vencimiento. Los ciudadanos y las empresas, necesitados de financiación, descuentos de letras y pagarés, quedarán lejos de la mesa de este festín. Quizás, con un poco de suerte, les caiga alguna migaja. ¡Qué injusticia!   Ante esta descomunal crisis financiera ¿Qué va a ocurrir con esas “Agencias de rating” (sociedades de calificación) que certificaron a diestro y siniestro la excelencia del que pagaba sus informes? ¿Qué va a ocurrir con los reguladores, los Bancos Centrales, en los que habíamos depositado la vigilancia de las instituciones financieras? ¿En qué mercado van a colocar esa inmensa cantidad de Letras, Bonos o Pagarés del Tesoro, si Estados Unidos de América y los Estados de la Unión Europea van a hacer lo mismo?

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