Platón Antaño eran los reyes los que pedían prestado a los banqueros, ahora es al revés: los banqueros exigen ser rescatados y nacionalizados “en sus pérdidas” por el Estado. La oligarquía, antes y ahora, pretende permanecer en el poder político a toda costa. La crisis del capitalismo financiero -al margen de movimientos especulativos en las bolsas- no solamente afectará a la economía real de todo Occidente, sino también a su correlato político: el Estado de Partidos.   Ya Platón analizó teóricamente en el siglo IV a. de C. el devenir del régimen oligárquico en democracia. Los motivos, recogidos en su diálogo La República, se revelan, en octubre de 2008, muy reconocibles por todos: 1º) la avaricia desmedida de dinero (bancos y sus aseguradoras) y de propiedad privada (aunque sea hipotecada); 2º) el principio de que “a mayor cantidad de dólares o propiedades, mayor poder, fama y estimación social”; 3º) el aumento de la envidia general entre todos los miembros del Estado; 4º) las leyes están evidentemente desvirtuadas por causa del beneficio; 5º) en la sociedad los ricos se enemistan con los pobres y se pierde la unidad del Estado.   La sociedad oligárquica, sigue señalando Aristocles, implica también: a) unos gobernantes que no defienden bien al Estado y tienen miedo de su mismo pueblo; b) el que no haya una separación mínima entre las actividades de gobierno y las económicas; y c) que los ricos se conviertan en zánganos que no aportan ningún servicio a la colmena.   Los gobernantes oligárquicos, en todas las épocas, no hacen nada para contener la prodigalidad de los jóvenes (y ahora todos se sienten eternamente jóvenes). Por el contrario, la alientan prestándoles, una y otra vez, dinero, y más dinero, bajo la fianza de sus propiedades, y, de ese modo, finalmente reduciéndoles a una resentida pobreza. Porque el oligarca –por naturaleza- subordina su razón y ambición a la avaricia y se hace mezquino e hipócrita, combinando una honestidad aparente con las prácticas deshonestas secretas. Pero tal situación política y económica deriva en la rebelión social y democrática.   Una vez que la plutocracia es evidente para todos, la democracia es inminente.

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