Sin tiempo para digerirlas ni valorarlas en su justa dimensión, se acumulan noticias de acontecimientos negativos o desastrosos, de alcance mundial, que los dirigentes de la opinión pública, gobiernos y medios informativos,  no pueden explicar, sea porque no los entienden o porque han de ocultar las causas verdaderas del dramático panorama internacional que generan. En virtud de un mecanismo mental, que opera como en las negras pesadillas de los sueños, el peligro inminente o de mayor amplitud borra o disminuye el miedo a los precedentes motivos de preocupación, alarma o angustia social. La crisis del capital financiero en EEUU y parte de Europa ha reducido, a sus dimensiones reales, la supervaloración del terrorismo islamista, antesdeayer “caso de guerra” caliente, y de la intervención militar de Rusia ante la provocación de Georgia, ayer “caso de guerra” fría. El presidente Bush, actor principal de esas dos exageraciones, ha vuelto a asustar al mundo pronosticando el mayor de los males, el hundimiento de las economías occidentales, si el poder legislativo de EEUU no acepta su Plan de Rescate de la banca privada, causante de la crisis de liquidez crediticia. Después de modificarlo sustancialmente, dando ritmo prudente a la gestión encomendada al Fondo de Garantías Bancarias, no al aventurero Secretario del Tesoro; rebajando los impuestos del contribuyente, para que no se vengue de la clase política en las inmediatas elecciones; y emitiendo 600 mil millones de dólares. El Senado ya lo aprobó, como lo hará seguramente el Congreso en unos días. La presión de la UE ha llegado hasta el extremo demagógico de pedir responsabilidades a los EEUU, sin decir cuales ni cómo exigirlas, sabiendo que ese Plan de Rescate no es solución, sino inmediato alivio para los bancos sin liquidez y los inversores en Bolsa -como el calor del alcohol quemado en una habitación gélida-, pues no contiene reformas estructurales del sistema financiero. El dinero mantenido excesivamente barato, durante mucho tiempo, ha sido una de las causas del brutal colapso de la inflación crediticia. Hay alivios, como el de los analgésicos, que son recomendables, incluso indispensables, mientras se estudia la etiología del dolor. Pero en la política estamos habituados a que los alivios se tomen por soluciones, cuando se desvanecen los efectos de una causa latente sin resolver.   florilegio "Esponja de absorción ilimitada de experiencias agradables y esperanzadas, la mente es un dique de contención emocional de vivencias amenazantes, que sólo permite salir por sus aliviaderos a las que dejan de ser acuciantes, cuando otras peores las reemplazan en esa función."

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