Este Diario no será un periódico de información, de la que hay en demasía  en los medios de comunicación, ni un periódico de opinión, como los de la prensa tradicional, que en nada contribuyen al conocimiento de las causas de los fenómenos, sobre los que se opina como de gustos y colores, según  sea el carácter optimista o pesimista, la formación o deformación cultural y el compromiso personal de cada articulista con la empresa informativa que le paga, con el único objetivo de aumentar su rentabilidad económica o su influencia en el Estado, a través de los gobiernos de turno. Tampoco será un periódico ideológico, que enfoque sus análisis de la actualidad con arreglo a patrones de ideas universales, heredadas de un  pasado muerto, como la liberal, la socialista o la comunista, que jamás fueron realizadas, y que han fracasado rotundamente como modelos de realización, en la vida real, de un incoherente capitalismo social o un utópico socialismo liberal.       Ese Diario nace con la vocación de ser un periódico de criterio, o sea,  una plataforma pública de  ideas y valores, sostenida con análisis objetivos de la verdad, en los hechos y no en sus ficciones ideológicas, como hace toda la prensa europea, para que pueda  prevalecer el juicio de la libertad colectiva, sobre el de los poderosos, en tanto que método de  solución del problema político. Un problema insoluble mientras que la democracia representativa no sustituya, como forma de gobierno, en una República Constitucional, a la oligarquía partidista instalada, desde la disolución de las dictaduras, en los actuales Estados de Partidos.  El momento para un Diario con estas aspiraciones es excepcional. Nunca antes se había manifestado un semejante desconcierto e inseguridad en los gobernantes y medios informativos, sobre el porvenir de las corporaciones financieras que sostienen la llamada economía de mercado. Nunca antes un Jefe de Estado de un país de la importancia de Francia osó poner en entredicho al capitalismo, diciendo que se debe revisar el sistema partiendo de cero. Nunca antes, el Presidente de EEUU destinó un cinco por ciento del PIB para sanear el capital financiero, en perjuicio del capital industrial y del contribuyente, comprando a la banca, responsable de la crisis económica, sus activos dañados por las hipotecas basuras y por los fondos de alto riesgo, donde se aventuraron, compañías de seguros, bancos de inversión, fondos de pensiones, universidades, iglesias, fundaciones y la ingente masa dineraria procedente de la especulación a la baja en Bolsa. No hay similitud de esta crisis de liquidez con la Depresión del 29. Entonces se trató de combatir el desempleo. Ahora, de salvar a la banca. Tendremos tiempo para analizar las causas de esta crisis y los efectos de su remedio.

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