Obama ganará las elecciones a la presidencia de EEUU. Esta afirmación, contra lo que pueda parecer,  no es un pronóstico deducido de la simple suma de las opiniones individuales de los futuros electores. Se trata de un diagnóstico basado en el síntoma que expresa hoy la psicología de las masas estadounidenses, entendida en el sentido preciso de esta disciplina, fundada  por Gustave Le Bon, y aplicada con extraordinario éxito por el historiador del Gran Miedo de 1789, Georges Lefebvre. Ahora estamos ante la Gran Esperanza de 2008.   Las encuestas no son instrumentos adecuados para analizar esos fenómenos sociales, intensos y repentinos, donde lo individual se disuelve en la potencia de ciertos sentimientos colectivos de pavor, violencia, resignación, juego (hinchadas) o esperanza. Pasiones que se contagian y fortalecen,  hasta dotarse de autonomía colectiva, con el número y la contigüedad espacio-temporal de los que las padecen. Fenómenos muy distintos de los comportamientos afines o iguales de individuos atomizados dentro de un consenso (consumo de masas, politica de masas, espectáculo de masas). Precisamente la nota específica de la psicología de las masas es la ruptura,  transitoria o permanente, del consenso de  donde emerge.       Según  todos los indicios, Obama sólo ha sido el elemento catalizador que ha reactivado las energías de enormes masas, inconsciente y oscuramente  esperanzadas en un cambio radical de la politica dominante en la tradición de la cultura norteamericana. Por ello, su comparación con Kennedy es tan superficial como ridícula. Habría que retroceder a Lincoln para encontrar algo equiparable en dignidad politica.   Nuestro diagnóstico se basa en que la ruptura del tabú negro, en la idiosincracia blanca, superando las divisiones partidistas, afecta al inconsciente colectivo de toda la sociedad norteamericana. Demócratas y republicanos han sido alcanzados por esa ruptura. En adelante, seguirá existiendo racismo consciente de sí mismo. Pero, con Obama Presidente, entra en vías de extinción el de quienes consideraban iguales en derechos a los  negros, pero sin darles la oportunidad de que compartieran la dirección cultural del país o  entraran en sus familias. El riesgo que acecha a esta revolución cultural, como a toda Gran Esperanza, es el de la decepción. florilegio "Las masas juveniles del 68 fueron rebeldes y no revolucionarias porque carecian de ambicion politica. Las masas no se mueven más que para entregarse. Si el líder sube con ellas hay progreso y revolución; si es a costa de ellas, hay demagogia y reacción."

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