Chipiona (fotografía: Óscar) Llamadas Me llaman llamaradas, las llamas rumiantes, las llanuras, la hondura de las llagas borboteando un crepúsculo, la versatilidad de un tornado, la epidermis de las flores recién desabotonadas.   Me ausculta el viento cuando levanta las telas del alma, Me convocan las llantas invisibles de tus pasos, las llaves que abren pozos y paludes, las llábanas de hórreos olvidados.   El llar encadenado a la humareda de pensamientos que asciende por las lucernas abiertas en los tejados buscando aludes, parapentes en vuelo, cielos constelados.   Me emplazan los duelos, las bodas de gorriones, los regatos de veleros, los rompeolas que llevan como obsequio una mujer al fondo.   Me instigan los trapecios, las cárceles, los sanatorios clausurados, me diseminan las riberas con un poso amable de adormideras, me presienten los dromedarios, cubren mis sienes morrenas de glaciares, me hostigan los poetas con su deseo de calandrias, de arrabales.   Me nombran, me apellidan, me bautizan, me titulan las mareas, las ciudadelas, los meandros.

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