Ayer soñé (recuerdo del famoso discurso de Martin Luther King Jr., "I have a dream”) que el secretario general del Partido Popular anunciaba el proceso electoral que tendrá lugar en su organización, para elegir a los delegados que participarán en su Asamblea General. Cada compromisario era el representante de cada una de las 3.025 Agrupaciones Locales que tiene el partido a lo largo y ancho del territorio nacional. A dicho puesto se presentaba cualquier militante que lo deseara y podía ser elegido por todos los afiliados y simpatizantes que votaron a dicho partido en las últimas elecciones legislativas.   Dirigentes del PP (foto: Chesi – Fotos CC) Ayer soñé que las elecciones a compromisarios se  llevaban a cabo en los tres meses siguientes, de acuerdo con un calendario estipulado para cada una de las 50 provincias. Todos los candidatos a presidir el partido o pertenecer a su Junta Nacional, hacían una campaña durísima a lo largo de todas las provincias de España para convencer a los votantes, de que eligieran a los compromisarios que apoyarían su candidatura en dicha Asamblea General.   Pero al despertar, Robert Michels, a través del túnel del tiempo, me mostró  un ejemplo actual de la “ley de hierro de la oligarquía” de su obra “La sociología del partido moderno en la democracia moderna” para que viese cómo una minoría acaba gobernando siempre e intenta perpetuarse a cualquier precio, cómo las masas añoran a un líder que les resuelva sus problemas y cómo en una gran organización desaparece poco a poco la democracia interna.   Los barones del partido, esa especie de virreyes autonómicos, hacen declaraciones de adhesión al líder actual, presumen de ser conservadores, democristianos o liberales, o utilizan esas ideologías  para descalificar a los oponentes. Muestran su poderío, invitando al líder a uno de sus feudos para que lance soflamas que laminen cualquier disidencia interna, con el fin de que la masa de afiliados vea unidad en el poder y así sentirse tranquila y bien conducida. El grupo de fieles y burócratas, que le rodean, le aseguran su continuidad mediante la definición de miembros “natos” (485 personas vinculadas al actual comité nacional) que irán al congreso como compromisarios, y le ayudan a expandir sus ideas y a convocar la elección del resto de compromisarios (2.540) en las asambleas provinciales durante dos días, sin apenas debates. Todo está atado y bien atado con estas cadenas de hierro.

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