En Europa, el partido-máquina y el poder de control sobre sus líderes surgió con la ampliación del censo electoral tras las reformas de 1832, 1867 y 1884 en Inglaterra (Ostrogorski). La atracción de masas de votantes suponía la simplificación y estereotipado de las múltiples soluciones políticas personales para poder adaptarlas a la ortodoxia del partido, la cual se impuso en función de su eficacia en la captación de votantes-masa. El partido pasó a ser una maquinaria omnipresente necesaria para convertir la entropía social en estereotipo electivo bajo el sufragio universal. Era necesario para ello, la presencia y movilización de numerosos recursos humanos debido a la ausencia de potentes medios de propaganda: la organización lo era todo.   Los líderes naturales, capaces de actuar con una conciencia política cultivada e independiente, pasaron a estar asediados por los maquinistas del partido cuando la conciencia política de aquéllos entraba en conflicto con el oportunismo electoral. Tras los totalitarismos y las guerras mundiales,  los medios de comunicación de masas, radio y televisión, junto con la financiación estatal de los partidos, han facilitado el trabajo de estereotipado de la opinión pública. Pero, ¿han posibilitado la emergencia  de líderes independientes de la organización del partido?   El maquinista Rajoy subió al poder designado por el convertido en líder azoriano, Aznar, para que éste pudiera seguir controlando la ortodoxia del partido, desde la fundación FAES, sin ser contestado por ningún otro líder natural como Gallardon o Rato. Los medios que hasta ayer apoyaron a Rajoy, El Mundo y la COPE, ahora denuncian la falta de cultura democrática en el Partido Popular, pero no lo hacen para que se presenten otros candidatos como Gallardón,  al que califican de desleal, sino para poder colocar a otro jefe de partido afín a sus intereses. El solo hecho de la potencia propagandística de los medios no destruye la fatal tendencia oligárquica de la organización de partido al reducir sus efectivos necesarios. Y los medios siempre apoyarán a un jefe  capaz de conservar y convertir en ortodoxia de partido, sus intereses particulares, cuando éstos no coincidan exclusivamente con el control del poder y la publicación de la verdad.   Don Pedro J. Ramírez (foto: Petezin)

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