Disputó el liderazgo del partido a Zapatero. Intentó hacer oír su voz en contra de la negociación con ETA, mientras sus compañeros, fuera de todo cauce legal,  diseñaban una mesa de partidos para la negociación política. Tuvo la valentía de renunciar a su acta de eurodiputada y abandonar el cobijo del partido para lanzarse a la aventura de formar un nuevo partido, pocos meses antes de unas elecciones generales. La audaz e ilusa propuesta de regeneración democrática ha inducido el trabajo de base de otras organizaciones y la colaboración de otros partidos, y aunque el seguimiento de su austera campaña electoral por parte de los medios afines a la derecha ha facilitado que se la “etiquete”, a ojos de su electorado potencial, en la izquierda indefinida; Rosa Díez se ha hecho escuchar por el presidente Zapatero en el debate de auto-investidura.   Rosa Díez en campaña electoral (foto: MCRC) Las reivindicaciones de UPyD, en el sentido de recuperar para la administración central del Estado competencias concedidas a las autonomías tan fundamentales como la educación, se oponen a la tendencia centrífuga de los poderes autonómicos, que sin tales concesiones, no podrían aspirar, creando un clima de opinión favorable en la sociedad, a la formación de Estados propios, un propósito que se inspira en la estrafalaria idea de la Europa de las regiones.   Se entiende perfectamente que los bancos se negaran a concederle créditos para financiar una campaña electoral de ámbito nacional, con un punto de partida tan desigual con respecto a los grandes partidos; también que al llegar a las imprentas para conseguir las papeletas con sus listas provinciales, les fuera en muchos casos imposible obtenerlas; como que tenga que compartir el tiempo de discurso en el Parlamento con el resto de diputados que forman el grupo mixto; que señale la discriminación institucional de la lengua española en Cataluña, Galicia y País Vasco que rompe la igualdad de los españoles, quedando los que proceden de otras comunidades fuera de los concursos a puestos públicos; y que denuncie la injusticia de la ley electoral de proporcionalidad modificada. Lo que no tiene explicación es que la discriminada Rosa Díez no destape la causa verdadera y objetiva de las injusticias que denuncia: la imposibilidad intrínseca de controlar el poder sin separación de poderes y el bloqueo del progreso social al no existir instituciones políticas representativas.

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