Espontáneamente me invadió un sentimiento de asco cuando vi la impudicia del señor Don Jose Luis Rodríguez Zapatero, tras ganar su partido las recientes elecciones legislativas -no presidenciales-, de acordarse del factor inhumano que supuso la incidencia en las urnas del asesinato del pobre ex-concejal Isaías Carrasco. ETA y la partitocracia, una vez más, se vampirizan en la espiral del buitre y la carroña. Sólo faltó al líder del PSOE descifrar la crudeza utilitaria del atentado, terminando la frase con el subconsciente "gracias por los servicios prestados".   Las actuaciones post-electorales del jefe del PP, Don Mariano Rajoy,  y sus portavoces más que asco daban pena. Conscientes de que esta vez la moneda del terror había salido cruz para ellos, translucían en sus rostros la  frustración inconfesada de que el asesinado no hubiera sido uno de sus afiliados.   ETA, la partitocracia y sus medios de comunicación se han  abrazado  de nuevo en la explotación partidista de los réditos electorales del terror. Los mismos sentimientos mezclados de asco y pena me asaltaron cuando vi, en todas las televisiones -publicas o privadas es lo mismo-,  las imágenes de la viuda y la hija huérfana como votaban sin necesidad de decir a quien.   El colmo de la manipulación de los familiares de las victimas de ETA, la ruptura del círculo de intimidad que debería rodearla con la dignidad del respetuoso silencio, se produjo cuando la huérfana mas exhibicionista de su dolor agradeció a los españoles que hubieran acudido en masa a las urnas, como si éstas hubieran sido crematorias del cadáver de su padre.   Si hubiese democracia, y tuviera que elegir mi diputado de distrito, ó al Presidente de la República Constitucional, no haría falta votar a nadie para derrotar a ETA. Dentro de no muchos años parecerá increíble que El País, el periódico de los intelectuales, llegara a sostener que al grupo terrorista se le   derrota con votos.  El terror, las urnas de la partitocracia y los chamanes del 'como sí' seguirán alimentándose hasta que la libertad politica arroje pistolas y mascaras a la hoguera de la verdad. Mientras tanto los buitres y la carroña seguirán enlazados en la cadena alimenticia del poder estatal.   Sr. Rodríguez Zapatero (foto: ferran pestaña)

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