DIEZ ERRORES EPISCOPALES I. Los Obispos “ofrecen a los católicos y a todos los que deseen escucharlos algunas consideraciones que estimulen el ejercicio responsable del voto… cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales y a la promoción del bien común”. Error. Estimular el voto en el sistema de listas, contribuye a la burla de los derechos fundamentales y a la promoción del bien particular de los partidos. II. “Deseamos colaborar en la consolidación de la autentica tolerancia y de la convivencia en el mutuo respeto, la libertad y la justicia, como fundamento imprescindible de la paz verdadera”. Error. La tolerancia y el respeto son valores incompatibles. No se consolida lo que no existe en un Estado que desconoce por completo la libertad politica en la Constitución, una justicia independiente y la verdad en los medios de comunicación. III. “La calidad y exigencia moral de los ciudadanos en el ejercicio de su voto es el mejor medio para mantener el vigor y la autenticidad de las instituciones democráticas”. Error. No se puede mantener lo que no hay. No son instituciones democráticas las que, derivadas del consenso entre partidos, privan a los ciudadanos de su derecho a elegir representantes y al jefe del gobierno, en elecciones separadas. Sin este derecho político no hay democracia. IV. “No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna”. Error. Ningún partido tiene esa pretensión imposible. Y no es la justicia, sino la libertad de creencias, la que sería infringida.   V. “En ese sentido parecen que apuntan las dificultades crecientes para incorporar el estudio libre de la religión católica en la escuela pública, así como el programa de la nueva asignatura de carácter obligatorio, Educación para la Ciudadanía, que lesiona el derecho de los padres a formar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas y morales”. Error. Las dificultades para el estudio de la religión en la escuela pública no apuntan a donde dicen los obispos, sino a la creación de un vivero de generaciones jóvenes que reproduzca, en la escuela pública, los disvalores del pseudo-progresismo de la socialdemocracia, entendida a la española. VI. “Es necesario promover un gran pacto de Estado sobre la base de la libertad de enseñanza”. Error. La libertad de enseñanza, en tanto que derecho fundamental, no puede depender de acuerdos, transaciones o pactos coyunturales de la Iglesia con el Estado. Solo la representación política de la sociedad civil, no representada hoy en el Parlamento, estaría legitimada para promulgar leyes inspiradas en la libertad de enseñanza. En una verdadera democracia constitucional, la idea de pacto de Estado carece de sentido, a no ser para traicionar a la sociedad. VII. “Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político”. Error. Esta prohibición de negociar con el terrorismo no es pertinente hacerla a una abstracta sociedad que quiera ser libre y justa, sino al Gobierno presente o futuro, que lo hace y lo hará, mientras dure la inmoralidad pública inherente a la sinarquía orgánica del Estado de Partidos.   VIII. “La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin acudir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la configuración política de la unidad de España”. Gravísimo error. La negación de la realidad histórica y objetiva de la Patria común, conforme a la idea orteguiana y joseantoniana de la Nación, como proyecto sugestivo de vida en común o unidad de destino en lo universal, constituye la base ideológica y sentimental de ETA, de los nacionalismos periféricos no violentos y de todos los partidos estatales presentes en el Parlamento. Reconocer en principio, como hace la Nota Episcopal, la legitimidad de esta bárbara idea, supone admitir, en consecuencia, la práctica de la violencia, porque ningún método democrático puede decidir lo que es España. IX. “Hay que evitar los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas o reivindicaciones ideológicas…con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada”. Error. Esos riesgos subjetivos no se evitan con amor y solidaridad, que los nacionalistas y tienen en demasía, sino con el juego objetivo de instituciones democráticas y representativas que aseguren la unidad de España. X. “Hay que trabajar también para superar las injustas distancias y diferencias entre las personas y las comunidades autónomas”. Error. No es trabajando, ni con buena voluntad, sino cambiando las instituciones discriminadoras por otras instituciones igualitarias de la ciudadanía, como se podrá resolver la discriminación entre los ciudadanos, los pueblos y las regiones de España.

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