El poder establecido ha tenido un inseparable compañero de viaje en Occidente durante las últimas décadas, la prensa. Hubiera sido deseable que el director de un medio un día se plantara y tomara distancias del poder político para mejor hacer el cometido de la prensa. No ha sucedido. Pero ha llegado Trump y es él quien lo hace: quien esté dispuesto a renunciar a su credibilidad engañando a su audiencia tendrá que asumir las consecuencias de esa conducta. Quien publica noticias falsas a sabiendas será desatendido.

Un compañerismo muy mal entendido en los medios de comunicación ataca hoy a Trump por acusar a la CNN de publicar noticias falsas y por negarse a contestar las preguntas de este medio por esta razón. Quien publica noticias falsas no sólo estafa a su audiencia, también mina la credibilidad de quien sí hace bien su trabajo. El ataque al periodismo no procede de Trump, sino de quien publica engaños.

Mientras tanto en España, hoy hemos sabido que el Gobierno prepara un Real Decreto que garantice el incumplimiento de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE sobre las abusivas cláusulas suelo de las hipotecas y que beneficie los intereses de la banca frente a los de los ciudadanos. Pero la prensa española no dice esto; en su lugar dice que el Gobierno obligará a los bancos a negociar con sus clientes. Qué bueno es el Gobierno.

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