La reciente votación -del Presidente de Gobierno en el Congreso de Diputados- es otra muestra de falsedad y deslealtad moral, casi tan grande como la ley de diciembre 1978. Aunque es esta ley, la que origina todas las trampas y engaños, que se difunden a los cuatro vientos como soluciones a los problemas en España; obviamente, sus “soluciones” son perjuicios, o nuevos conflictos políticos.

En la nominación se presentan varios elementos graves de corrupción. El primero es el sometimiento del poder Ejecutivo al Legislativo. Un bloqueo institucional, que visto desde fuera es risible por el dilatado aquelarre de protagonismos, pero que causa indignación en personas de bien por la ausencia de democracia. Todos negándose a todos, en un ejercicio de cainismo continuo e inagotable. Un Ejecutivo sin legitimidad alguna, no ya por no ser elegidos por la ciudadanía, sino porque –como se ha visto claramente- no son los diputados (mal menor), sino las cúpulas de los clanes las que manejan al Ejecutivo.

El segundo factor de descomposición es la negligencia de gestión y administración del Ejecutivo durante meses, en los que se entorpecen -aún más- resoluciones en sanidad, justicia, pensiones, Europa o política interior y se dispendia el erario sin rubor ni control. El oportunismo de los adversarios de la nación ha sido obvio en este periodo de crisis; con irresponsabilidad en los desafíos soberanistas y desenfreno del gasto. Esa irresponsabilidad nos pasará factura antes que tarde.

El tercer ingrediente de indecencia es el envilecimiento de los principios políticos, ya de por sí bajunos y viciados, buscando la silla poltrona. Todos jugando al trile de coger ministerios, vicepresidencias, el CNI y la televisión. Sin importarles que la ciudadanía se espante de su avaricia y sordidez. Ya no es sólo el pisar gruesas alfombras, sino no pisar la calle y moverse en coche -o avión- oficial.

El cuarto componente de corrupción congénita es la coacción al Pueblo. La amenaza de no acondicionar la economía, las transferencias territoriales, la reforma tributaria, las ayudas a I+D, la deuda pública, la dependencia, etc.; un puro chantaje para que la gente asuma, lo que no han querido. Este componente se nutre de la mentira global, de que el sistema necesita la comprensión y colaboración (casi obligación) para no concitar males mayores.

El quinto es la falta de un jefe del Estado en condiciones, que no sea cara de moneda, sino un actor eficaz y provechoso. No es momento de lamentar herencias oprobiosas; de ser así, la dimisión es la virtud. Pero la continuidad en el no hacer, es la evidencia de la inutilidad. El dontancredismo es letal en época de convulsión; y estamos en ella. No olvidemos, que la situación actual deviene de la dictadura -mal fundamento democrático-, pero tras cuarenta años no existen méritos que corrijan su procedencia.

El sexto es el Gran Hermano, que domina el “big data” y se anticipa a los deseos de la mayoría y tabula: visitas, consultas, clics, enlaces, números, citas, direcciones, votos, etc. Nos obviarán porque nos conocen, nos “venderán” su producto porque dominan el vaticinio y la opinión, nos vencerán porque señorean los medios, nos volverán a embaucar porque nos quitan la verdad. Quien antes domine el pronóstico, antes detentará el poder. Han usado y abusado de las redes sociales, han inundado nuestras cuentas, han manipulado las noticias, se han adueñado de las TICS; nos quieren convertir en “zoon poliTICon”.

Decía León Felipe:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.

Ante esa tiranía del miedo queda la palabra de Quevedo:
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

El MCRC conoce esos cuentos, todos los cuentos, por eso dirá lo que siente y no callará, por más que con el dedo silencio pidan, o con el BOE provoquen miedo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí