Demasiadas preguntas y cuestiones profundas martillean a nuestro régimen político nacido fruto del consenso en 1978. La sociedad se despereza ante una crisis institucional imposible de disimular y comienza a pensar más allá de falsas etiquetas.

La falta de respuestas por parte de la clase política y de los medios de masas, cortesanos del reino, provocan que se redoblen de forma exponencial esas cuestiones en más personas y con más insistencia.

Lo que antes era normal y aceptado, como refrendar listas de partidos para que estos decidan y gestionen nuestro voto a su conveniencia, ahora se empieza a poner en duda que esto sea algo lógico o “normal”.

El consenso había normalizado premisas ilógicas durante casi 40 años de falsa democracia. El absurdo se hace tan evidente en el último año, que ni siquiera la táctica de los partidos de actuar como si tuviéramos un sistema democrático, puede tapar la verdad. Vamos directos a unas terceras votaciones, que no elecciones, ya que seguimos sin gobierno.

La verdad es que en España no hay, ni jamás ha habido democracia. Hemos sufrido casi 40 años de una oligarquía de partidos que mediante el manido consenso, pactó y se repartió el botín, creando un régimen a su imagen y semejanza donde la corrupción es factor de gobierno.

Veo que se empiezan a manejar tímidamente conceptos como legitimidad por encima de legalidad para unos resultados electorales, de Nación y Estado de forma separada, de representación en lugar de identificación, de independencia judicial, de libertad para elegir, de secuestro de la democracia por parte de los jefes de los partidos…

A veces es más importante hacerse las preguntas adecuadas que tener todas las respuestas. Parece que los españoles comienzan a hacerse preguntas que antes ni se planteaban. El paso previo al cambio de un paradigma es cuestionarlo. Nada ocurre por casualidad y menos en política.

Los mensajes del MCRC están calando en el consciente colectivo cultural de España. En foros de cualquier ideología. Quizá esto pueda ser el inicio de una reacción en cadena imparable. Por supuesto estamos generando una lógica animadversión entre aquellos que dependen del régimen actual, da igual si se hacen llamar de izquierdas o de derechas o de centro. Incluso nos empiezan a nombrar para tratar de difamarnos. Ven impotentes como se derrumba su chiringuito y como entre sus afiliados y seguidores empiezan a calar las proposiciones lógicas y ciertas del MCRC.

El régimen colapsa por su propia corrupción y nuestro movimiento está mostrando que existe vida más allá de él, y que es posible la Democracia, sin utopías, una revolución posible. Ese es el último empujón que le hace falta al régimen para caer, además de quitarle la silla de apoyo que le queda con la deslegitimación que supondría una abstención activa masiva en las próximas votaciones en Navidad.

La coherencia de nuestro mensaje es demasiado potente como para que las estructuras de este antiguo y decrépito régimen puedan contenerlo por más tiempo. Lo veo en mi entorno, la opinión generalizada de que esto no funciona es tierra fértil.

Debemos estar preparados porque de un momento a otro los acontecimientos se pueden precipitar ante el caldo de cultivo que se está generando. ¡Que interesante época nos ha tocado vivir!, y que honor ser partícipe de un verdadero cambio de conciencia cultural que nos conduce a la Libertad Política Colectiva.

Definitivamente, algo está cambiando.

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