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Empezamos esta cuarta edición de la temporada de Repúblicos en Acción con una crítica a unos extractos del discurso que pronunció hace unos días Felipe VI ante el Parlamento de Estrasburgo.

Seguidamente estrenamos una sección muy esperada “Trevijano en pocas palabras”, en la que Don Antonio García-Trevijano analizará cada una semana un asunto a su elección en poco más de un minuto.

En el podcast de hoy conversamos con Diego O. Espada, autor del ensayo “La Transición Española, el ostracismo de la Libertad”, publicada recientemente en Kindle y cuya lectura recomendó esta semana Don Antonio García-Trevijano mediante un comunicado.

Continuamos con la sección “Teoría para la acción”, que ya iniciáramos la semana pasada y que estrena nombre. En esta ocasión Manu Ramos analizará dos audios de la actualidad y los contrastará con un párrafo de Teoría pura de la República.

Terminamos el programa con una revista semanal de los medios del MCRC.

Han colaborado en este programa: Don Antonio García-Trevijano, Diego O. Espada y Manu Ramos.
Presenta y edita: Paco Bono Sanz.

Nuestra gratitud a todos los que compartís y difundís tanto este podcast semanal como el podcast diario de Radio Libertad Constituyente.

Gracias a María Gandásegui por haber diseñado el nuevo logo del programa.

Para participar, podéis contactar con nosotros a través del e-mail [email protected]

Extracto del libro Teoría Pura de la República mencionado en “Teoría para la acción”:
Teoría Pura de la República, Libro III, Capítulo II “La mónada republicana”

Si el diputado de una mónada política es inteligente y culto no necesita ampararse en la ficción, inventada por Sieyès el 17 de junio de 1789, para creerse investido de una representación nacional, contra el mandato imperativo de atenerse a los intereses del mandante local. Y si no es inteligente no sabrá siquiera cual ha sido el interés objetivo que lo llevó a la diputación. Esta ficción crea el principal problema de la representación, y es causa de que los diputados se constituyan en clase política, con intereses divergentes o contrarios a los de los grupos, sectores, categorías o clases sociales que los eligieron. En este terreno conviene salir al paso de esa opinión, tan ligera como infundada, que hace declarar a todos los vencedores en unas elecciones, sean legislativas o presidenciales, que no sólo defenderán a los que los han votado, sino también a los que votaron en contra o se abstuvieron, ante el aplauso de los medios de comunicación de la ignorancia política. Lo peor es que lo dicen de buena fe, sin darse cuenta de que sólo se debe lealtad al programa que les dio la victoria. Lo decidido por la mayoría absoluta del cuerpo electoral se equipara al interés general o el bien común, en virtud de una pura convención, inventada por la filosofía del utilitarismo inglés, y aceptada en todos los sistemas de administración de un colectivo, sea público o privado.

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