Paco Corraliza

PACO CORRALIZA

Seguimos a vueltas con el pensamiento, esa actividad que, a vertiginosa velocidad, discurre de puntillas sobre danzarinas señales electro-químicas que pululan sinuosas en el interior de una «esponja» de espinosas neuronas llamada cerebro, alojada en una «crustácea» caverna: la caverna craneal o craneana.

Se considera que la «existencia» del Universo comenzó “hace unos de 13.700 millones de años” (1). Que “la Tierra tiene 4.500 millones de años” (2)  y que “la primera forma conocida de vida emergió unos 400-500 millones de años después”.(2) Los fósiles más antiguos de células procariotas (sin núcleo, como las bacterias) datan de “unos 3.400 millones de años”(3);  y las células eucarióticas (con núcleo, como las que conforman nuestro cuerpo) “surgieron, quizá, mil millones de años después” (3)  (hace unos 2.500 millones de años). Finalmente, “una vez logrado el primer animal simple, el resto de todo el reino animal (hasta hoy) emergió de modo comparativamente rápido: ¡700 millones de años!”.(2)

En cuanto a los seres humanos, incluidos en ese «reino animal», Arsuaga y Martínez(4) (1998) nos dicen que los primeros homínidos, “posteriores a la separación de la línea de los chimpancés”(3), aparecen hace, al menos, 4,5 millones de años. Y que las especies del género «Homo» surgen hace unos 2 millones de años; entre ellas, la única superviviente hoy, en la que a cada uno de nosotros se nos encuadra, el «Homo sapiens» («hombre sabio»), apareció en la actualmente desdichada África, hace unos 200.000 años. Al menos ocho especies de homínidos y otras tantas del género «Homo» se perdieron por el camino que condujo al «hombre sabio».

Si asignamos, para contrastar, la duración de un imaginario año natural a la antigüedad de algunas de las formas de vida mencionadas y la comparamos con el pequeño lapso correspondiente a la existencia de la especie humana actual, resulta lo siguiente: en un «año» que se iniciara con las primeras formas de vida, los humanos aparecerían en los últimos 24 minutos; en un «año» que se iniciara con las primeras células eucarióticas, los humanos aparecerían en los últimos 42 minutos; en un «año» que se iniciara con los primeros animales, los humanos aparecerían en las últimas 2,5 horas; en un «año» que se iniciara con los primeros homínidos, los humanos aparecerían en los últimos 16 días. Y en un «año» que se iniciara con las primeras especies del género «Homo», los humanos actuales aparecerían los últimos 36,5 días.

Frente a los miles y millones de años antes citados, durante los que se conformó la Psique humana, parecen y son tan insignificantes como ridículos los cien años que abarca un siglo: apenas suponen los últimos 12 minutos respecto a un «año» imaginario que empezara con la aparición de las especies del género «Homo» «desgajadas» de los chimpancés, “de los que sólo nos separa aproximadamente el 1% de nuestros genes” (4). Pues bien, en los últimos segundos del último minuto de esos «últimos 12 minutos», los «Homo» supervivientes contemplan el siglo más «homicida» y belicoso de todos los tiempos; y el epicentro y origen «neurálgico» de esa carnicería humana se sitúa, precisamente, en la «evolucionada», «moderna» y «progresista» Europa: abanderada y «gran campeona» del pensamiento en general; y desafortunada y concretamente, del pensamiento político mundial. ¡Una Europa que sigue sin comprender y experimentar la Libertad: la Libertad política! ¡Una Europa ahogada en la marea de «social-€-burocracia» que la inunda! ¡Una oligárquica «social-€-burocracia» «partidocrático-bancaria» que no es sino el refluir de las sucias aguas residuales del pensamiento «estadolátrico» que condujo a la «Gran Carnicería»! Tras la embriaguez y la locura, la amnésica «Gran Resaca» es narcotizada con el oligárquico «Estado de Bien-Malestar».

¡El pensamiento! ¡Ay, el «psiquista» pensamiento europeo moderno! Egotista, autocomplacido, autosuficiente, cientifista, ensimismado y a «sí-mismo» encadenado… En el “Capítulo 8” del libro “La especie elegida”(4), que lleva precisamente por título “La evolución del encéfalo”(4), Arsuaga y Martínez reproducen unas palabras de Descartes («padre fundador» del pensamiento «psico-ideo-racionalista» moderno) en su “Discurso del método” (1637): “Conocí, por ello, que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar” (4)

En los apenas 150 años que podemos encuadrar entre el “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, escrito por Rousseau en 1754, y el final del siglo XIX, se asientan las bases mentales «psico-ideológicas» que condujeron al siglo más «homicida» de la Historia. En medio de ellos, la fracasada «Revolución-Reacción» francesa. Una época de frenesí y delirio filosóficos cuyos últimos rescoldos encontramos en “La Voluntad de Poder” y el “Ecce homo” (subtitulado, precisamente, “Cómo se llega a ser lo que se es”), escritos al final de la corta vida del inteligente «Filósofo-poeta» Friedrich Nietzsche (1844-1900). Un “Ecce homo” escrito por Nietzsche con asombrosa rapidez en Octubre de 1888, apenas tres meses antes de sumergirse en un terrible estado vegetativo de demencia. El pensamiento que comenzara, eufórico de «sí-mismo», con el cartesiano “pienso luego existo” (5)XLVII-1»] desemboca, en el siglo XX, en un nihilista existencialismo; de la mano, otra vez, de «grandes pensadores» germanos y franceses.

Llama poderosamente la atención una característica común a los más influyentes, ilustres y prolíficos (Rousseau, Kant, Hegel, Marx,…) pensadores en aquellos “años salvajes de la filosofía”(6): en todos se combina un idolátrico culto a la «Naturaleza» (en la que todo es pasado para el género «Homo») con el menosprecio hacia la «naturaleza humana» y hacia el pasado y presente de los humanos. Kant (1795): “dada la maldad de la naturaleza humana…”(7) Una despreciable «naturaleza humana» en la que, claro es, «sus ilustrísimas» no se incluyen a sí mismos, al creerse guiados, explícita o implícitamente, por una visionaria «Razón» universal a la que el «Homo-hombre» debía ajustarse.

Recordemos las palabras escritas por el Poeta-filósofo judío Heinrich Heine en 1834, que siguen resonando hoy como una auténtica profecía: “El pensamiento precede a la acción como el rayo al trueno. El trueno alemán es, claro está, alemán; lo que quiere decir que no es muy ágil y será algo tardo en llegar; pero llegar, llegará. Y cuando lo oigáis tronar como nunca jamás ha tronado en la Historia del mundo, sabed que el trueno alemán ha alcanzado finalmente su meta. […] Por el ruido [del trueno alemán] caerán las águilas muertas del cielo, y los leones, en los más lejanos desiertos africanos, encogerán la cola y se esconderán en sus reales cavernas. Se representará entonces en Alemania una pieza en comparación con la cual la Revolución Francesa parecerá un idilio inocente.”(8)

A la vista de la situación actual en la anti-democrática, «anti-política» y «social-€-burocrática» «€uropa»; a la vista de la «€spaña» hoy en ella integrada; a la vista de los terribles acontecimientos del siglo XX, de los que esa «€uropa» es sucio efluente…; y si estamos escribiendo sobre la Libertad política, ¿acaso podemos dejar de «pensar sobre el pensamiento»; sobre el pensamiento en el cráneo de ese «Hombre-Homo» europeo moderno; sobre el pensamiento de «Ecce homo»?(*)

El pensamiento que hoy condiciona a la antidemocrática «€uropa» ¿fue acaso inventado por los «Homo sapiens» de las cavernas? No, sino en las craneanas cavernas de un puñado de hombres supuestamente «sabios» en la frenética época citada. A ellos y a nosotros recordamos de nuevo estas palabras de Heinrich Heine: “Anotaos esto, orgullosos hombres de acción: no sois más que peones inconscientes de los hombres de pensamiento, los cuales, en humilde silencio, han predeterminado a menudo todo vuestro hacer del modo más exacto. Robespierre no fue sino la mano de Jean-Jacques Rousseau; la mano ensangrentada que sacó del seno de los tiempos el cuerpo cuya alma había creado Rousseau”(8). [«XVII»].

(*) «Ecce homo»= «este es el hombre» o «he aquí el hombre», son palabras atribuidas por San Juan a Poncio Pilato, gobernador y representante en Judea, hace veinte siglos, del imperial Poder romano.

(1) HAWKING, Stephen;  MLODINOW, Leonard.. “El gran diseño”. Crítica, S.L. 2010. [edic. orig. 2010].

(2) LLINÁS, Rodolfo. “El cerebro y el mito del yo” . Editorial Norma, S.A. 2003. [Ed. original 2001].

(3) LEHNINGER, Albert L. “Principios de Bioquímica”. Ediciones Omega, S.A. 1986. [edic. orig. 1982].

(4) ARSUAGA, Juan Luis; MARTÍNEZ, Ignacio. “La especie elegida”. Temas de Hoy. 1998.

(5) DESCARTES, René.. “El discurso del método”. Alianza Editorial, S.A. 1984. [edic. orig. 1637].

(6) SAFRANSKI, Rüdiger. “Shopenhauer y los años salvajes de la filosofía”: Tusquets Editores, S.A.. 2011. [ed. orig. 1987].

(7) KANT, Immanuel. “Hacia la paz perpetua. Un esbozo filosófico”. Ed. Biblioteca Nueva, S.L. 2005. [Ed. original: 1795].

(8) HEINE, Heinrich. “Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania”. Alianza Editorial, S.A. 2008 [escrito 1834].

 

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