Paco Bono

PACO BONO SANZ

Llora Oriol Junqueras, pero sus lágrimas no son de cocodrilo. Si así fuera, la cosa no sería tan grave. Sus lágrimas son sinceras. ¿Cómo es posible que este compatriota enfermo de la ambición y de rencor, de suicidio nacional, haya llegado a mostrar tal estado de ánimo en público? Llora porque se lo ha creído. Porque estaba convencido de que el “ara es l’hora” (ahora es la hora) era posible, porque confiaba en que el referendo se celebraría y lograrían la independencia. ¡Lo más terrible es su sinceridad! Esto ya no es un juego, la falsedad de la teoría subjetiva de la Nación, sumada a la gran mentira de un régimen que se considera a sí mismo democrático, cuando no lo es, nos ha llevado al abismo nacional, como si el suicidio fuera la única alternativa.

Hablan del derecho a decidir. ¿Qué defienden Más y Junqueras? ¿Qué defienden Rajoy y Sáenz de Santamaría?¿Quieren saberlo? Para todos ellos, la Nación depende de la voluntad. Como si España hubiera sido inventada por los padrastros de la Transición, aquéllos que pactaron la reforma del franquismo para repartirse el poder. Confunden el consenso político con la concordia de una Nación que había sido curtida a palos durante más de cuarenta años de dictadura. Fueron muy pocas las voces que se alzaron reclamando libertad política cuando Franco habitaba el Pardo. Sin embargo, una vez sellada la tumba del dictador con el frío mármol, los sometidos empezaron a seguir a los cobardes y a los traidores. Los valientes se quedaron solos. Todo el mundo había olvidado la verdad: España había perdido su espíritu crítico debido a la falta de libertad política, o lo que es lo mismo, de libertad de pensamiento.

La Segunda república fue un fracaso no por su condición de república, sino por su forma de gobierno. Era imposible que un sistema parlamentario a la británica se pudiera asentar en un país sin verdadera tradición liberal, mucho menos si ese sistema se denominaba a sí mismo “una república de trabajadores”. Habían caído en la demagogia, y la república nació muerta. No fracasó, sino que nunca lo fue verdaderamente. No tardaron los socialistas, los comunistas, los fascistas y los nacionalistas en levantarse contra ella. La república, que no garantizaba la libertad, porque los poderes no estaban separados, sirvió a unos y a otros de caballo de Troya para el asalto del Estado; nadie pudo defenderla. ¿Y cómo acabó todo aquello? Con una terrible guerra por la que pagarían con su vida cientos de miles de españoles; también la conciencia de unidad de España. Las ideologías contrarias a la libertad, algunas de ellas envenenadas por el nacionalismo, habían condenado a España a una muerte segura. Cuarenta años de dictadura y de nacionalismo español sólo sirvieron para la destrucción del espíritu nacional y el refuerzo de las teorías del nacionalismo periférico, su igual a la vez que su enemigo de ambición. Sin embargo, el problema se venía arrastrando desde finales del siglo XIX. Tras siglos de propaganda internacional en contra España, unas veces fundada y otras no, los españoles nos habíamos llegado a creer nuestra inferioridad. El ser español resultaba una vergüenza que sólo se podría sanar con la falsa exaltación de nuestra “raza” o con nuestra destrucción como Nación; he aquí los dos nacionalismos.

Dicho todo lo anterior. Retomo las preguntas con las que empezaba el segundo párrafo de este artículo. ¿Qué defienden Más y Junqueras? ¿Qué defienden Rajoy y Sáenz de Santamaría?¿Qué diferencia hay entre ambas posturas? Todos ellos creen que la Nación es subjetiva, que depende de la voluntad, lo cual es falso y terrible. Pero mientras Oriol Junqueras aboga por pegarle un tiro en la nuca a España para que luego Cataluña se dispare en la sien, la alternativa de Mariano Rajoy es que todos los españoles juntos nos peguemos el tiro en la cabeza. Considera el Presidente del gobierno que tal argumento, por improbable, es la mejor defensa de la unidad de España. Sin embargo, las lágrimas de Oriol Junqueras delatan lo contrario. Si dentro del consenso todos piensan lo mismo, si gracias al consenso el jefe de Esquerra Republicana está convencido de que la muerte de Cataluña, y por tanto de España, es posible, sólo ese pensamiento, expresado sinceramente con lágrimas en los ojos, destruye la creída fortaleza argumental de un Presidente del gobierno cuyo poder se tambalea. Como bajo aquél régimen de la Segunda República, este régimen de partidos, falsamente monárquico, sirve a los enemigos de la libertad como caballo de Troya para la toma del poder. La causa en ambos casos es la misma: la falta de libertad política, la elección por listas de partidos estatales, la no representación ciudadana, la no separación de los poderes. Si la alternativa a la gravísima situación de España es “PODEMOS” de Pablo Iglesias y el PSOE de Pedro Sánchez, estamos apañados. Porque ellos están de acuerdo con que Cataluña le pueda pegar el tiro a España para que luego se dispare a sí misma en la sien. En lo efímero de su poder es en lo que no había pensado Mariano Rajoy. Su tiempo se acaba y España tiembla. Sólo la libertad política puede salvarnos.

¡Libertad constituyente ya!

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