Paco Bono Sanz

PACO BONO SANZ.

Es una pena tanto talento y valor desperdiciado; sólo con su inercia conseguiríamos mucho más de lo que nuestras palabras y nuestra acción logran. Somos Trevijanistas, repúblicos, porque hemos asumido y hecho nuestro el mensaje que Don Antonio García-Trevijano lleva defendiendo desde hace más de sesenta años. Somos gregarios de la libertad, al servicio de la verdad que es la libertad política.

¿Cuántos partidos pequeños hay en España? Me refiero a aquellas agrupaciones que se financian exclusivamente con la cuota de sus afiliados y que no logran nunca entrar en el Estado de partidos. ¿Cuántos repúblicos hay que no saben de su condición república? Interesados por la res pública, la cosa pública, pero sin posibilidad alguna de prosperar en su deseo de servicio, su ambición de cambio, de hacer posible lo probable, de practicar política de verdad… ¿No os dais cuenta de que sólo aquellos que se rinden al régimen de partidos subvencionados y entran con la cabeza gacha y dispuestos a obedecer sin rechistar al líder del partido llegan a ocupar algún puesto público? Venden su libertad y su identidad, venden su dignidad, a cambio de un sueldo pagado por el Estado. No sirven a nadie más que a su partido, y muchos de ellos acaban corrompidos.

Cada día se fundan decenas de nuevas formaciones políticas, y todas ellas fracasan, sólo UPYD y Ciudadanos han llegado a algún sitio, pero resultan funcionalmente inútiles porque hacen más daño al poder algunos medios periodísticos que estos partidos con silla parlamentaria.

¿Y qué podemos hacer entonces? Me diréis. Pues, para empezar, habéis de salir del engaño, tenéis que ser capaces de comprender que la mayor amenaza de España como Nación y de la libertad colectiva como fundamento político y como garantía de la libertad individual, es la Constitución de 1978.

La Constitución de 1978 se funda en una mentira y una traición, el consenso. Ni nos la hemos dado, ni garantiza la unidad de España, ni separa los poderes del Estado, ni fija la independencia judicial, ni organiza la estructura del Estado de forma lógica; es ambigua, es trasnochada, retrasada a su tiempo, no es ejemplo en nada, se contradice constantemente. La Constitución de 1978 es una Ley Fundamental del Reino. Por ella, en España no hay gobierno democrático, sino que lo hay partidocrático. En España no hay ciudadanos, hay súbditos. En España no hay Constitución.

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