PACO BONO.

Cuando el dedo señala hacia la luna, el tonto mira el dedo. Todos pendientes de la decisión de Rubalcaba, oligarca del Estado de partidos, perenne dirigente socialista que “lidera” el PSOE, el otro lado de la balanza, contrapeso de la izquierda social y reaccionaria del pacto con la derecha social-partidocrática. Llevan tres lustros tratando de que nos creamos que la Nación se puede garantizar mediante el pacto político del consenso. El Estado es para ellos la Nación, no distinguen entre Nación y Estado, por eso  los nacionalistas denominan al resto de España “Estado Español”. Pero la Nación no se pacta ni se garantiza con Constituciones imposibles y falaces, la Nación se hereda de la historia y se mantiene por sí misma, por lo común que sus habitantes comparten desde abajo geográfica y culturalmente, aun en su servidumbre.

Haber supeditado la Nación al Estado, como hicieron en la mal llamada “Transición”, pactando con los nacionalistas para garantizar su presunta supervivencia, instaurando por enésima vez una monarquía, que es ya un enésimo fracaso, convirtiendo la España política en diecinueve feudos regidos por partidos subvencionados por Estado; haber limitado el patriotismo a un sentimiento meramente deportivo y bucólico, patriotismo de frustración, promotor de huérfanos de patria, nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos. Y es que España no puede subsistir como un mero sentimiento; si no goza de una utilidad real, si no hay una razón ciudadana, si no hay un fin, es lógico que la gente se plantee ¿para qué queremos España? ¿Por qué luchar por ella? Y esto es en realidad el peor mal que padecemos, un mal que sólo se curaría mediante un proceso de libertad constituyente, como afirma con acierto Don Antonio García Trevijano.

Hoy más que nunca, el pacto entre PSOE y PP se resiente, que el pacto con los nacionalistas se rompió hace tiempo. La España de hoy es la España de la traición y el mercadeo, del engaño y de la corrupción, hasta tal punto, que en algunos lugares da lo mismo el grado de menoscabo político que se registre, que ya siempre ostentan el poder los mismos. Galicia es un nuevo ejemplo. El Partido Popular gana por “mayoría” absoluta cuando la mayoría de los ciudadanos con derecho a voto se han abstenido. Y, entretanto, nos distraen con Rubalcaba, quien deshoja la margarita consciente de que nos aproximamos al final de un periodo tras el cual no desea dejar de ser protagonista. ¿Para qué? Diremos nosotros, ingenuos. Nos hablan de intervención, esa que pretenden, salve el régimen de partidos, lo financie cueste lo que cueste, aunque ello signifique recortar y someter al contribuyente a un grado impositivo sin precedentes en la historia moderna. Entretanto se decide el maquiavélicamente llamado “rescate”, algunos se están forrando comprando deuda pública española a un interés altísimo, conscientes de que tarde o temprano Alemania y sus socios someterán al Estado español a sus designios, garantizando el cobro futuro de los intereses. Y nosotros aquí, esperando, rodeando el congreso con eslóganes equivocados, dormidos en la ignorancia y la incredulidad, pendientes de las plumas que ha perdido Rubalcaba, de las palabras de Rajoy, de Europa, ese tremendo negocio político cuyo fondo es meramente económico.

Artur Más engloba la futura Cataluña “independiente” dentro de unos Estados Unidos de Europa. No necesitará ejército que la defienda, dice, pues tendrá a la OTAN y al “ejército de Europa”. Puestos a la mentira por defecto, algunos ya superan con creces a Goebbels, ideólogo de la propaganda nazi. Medios no les faltan, ni tiempo tampoco. Justo al contrario que lo que nos sucede a los siervos de esta exhausta España. A nosotros no nos va a “rescatar” nadie, porque España ya  no es nuestra causa. No hay razón para defender un país si ese país no defiende a sus ciudadanos, no garantiza su libertad, no esta hecho para ellos. Por eso cada vez hay menos patriotas y más escépticos; plumas en el aire y ruina en la tierra; miseria política y servidumbre. Porque la Nación sólo es Nación cuando la forman ciudadanos. Sólo así España es posible y creíble.

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