No sólo es la distancia en la liga con el F.C. Barcelona lo que mantuvo el Real Madrid en el Nou Camp. También la distancia con sus socios, abonados y seguidores, que, como si de una Monarquía se tratara, tendrán que tragar a Florentino Pérez hasta su defunción y después apechugar con quien él designe heredero. Eso al menos es lo que ha denunciado el periodista Jesús Cacho, que ha asegurado que “el presidente de ACS, Florentino Pérez, es el genuino representante de ese capitalismo castizo madrileño reñido con la creación de riqueza, ejemplo de especulador acostumbrado a hacer negocios a la sombra del poder político. Un espécimen en las antípodas de Amancio Ortega, el  patrón de Inditex. Pérez, presidente también del Real Madrid (RM), protagonizó el pasado domingo un episodio revelador de la metástasis española. El aludido consiguió el apoyo de la  asamblea general de compromisarios del club para endurecer los requisitos de acceso al cargo. A partir de ahora, para ser presidente del RM hará falta tener una antigüedad de 20 años como socio y garantizar con el patrimonio personal un aval de cerca de 80 millones. Plutocracia en estado puro. Es decir, a partir de ahora hará falta llamarse Florentino Pérez para presidir el Madrid, una formidable plataforma desde la que hacer negocios de todo tipo en cualquier parte del mundo, contando, eso sí, con el decidido apoyo de la elite política capitalina”.

La imagen de esta “casta” que alcanza ahora también al mundo de las presidencias de clubes de fútbol se vio diáfana “en la reciente boda del hijo del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, celebrada en Santiago. Allí estaba Pérez, festejando con el ex alcalde que fue capaz de cambiar el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid para permitir a su íntimo levantar cuatro rascacielos en terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del club. Negocio redondo. Entre los invitados estaba igualmente la actual alcaldesa, Ana Botella, que acaba de cometer otra tropelía de similar fuste permitiendo a Pérez construir un nuevo centro comercial prácticamente volcado sobre la Castellana. Invitado también era Isidoro Álvarez, capo de El Corte Inglés, que hace unas semanas recibió de la señora de José María Aznar, asiduo al palco del Bernabéu, permiso para aumentar la edificabilidad de varios de sus centros a cambio, como en los casos citados, de compensaciones irrisorias. Así de rápidos circulan los expedientes cuando de atender los intereses de los poderosos se trata. Si usted, ciudadano de a pie, pretende montar un pequeño negocio o tirar un tabique de su piso y se le ocurre solicitar la correspondiente licencia, puede sentarse o echarse a dormir. Y esperar tranquilo. Vuelva usted mañana”.

“Es esta obscena liaçon entre política y finanzas, entre elite política y oligarquía económico-financiera –encame que de forma tan vergonzante se exhibió en la boda de marras- la que impide el progreso de España y frena su desarrollo. El grupo mencionado, en el que hay que incluir por derecho propio a Borja Prado Eulate, capo de Endesa (en cuyo consejo mora Aznar) se prepara para ocupar posiciones de poder en empresas de postín cuyas presidencias están en almoneda, caso Repsol. El relatado episodio del Real Madrid no pasaría de ser una anécdota capaz de interesar únicamente a los socios del club de no ser por el detalle, sumamente revelador, de que 997 de los compromisarios aprobaron los cambios propuestos y solo un centenar se atrevió a votar en contra. Apenas un 10% osó oponerse al capricho del curaca. Manifestación nueva de viejas pulsiones presentes en el ADN español, tal que la querencia a adular a la masa y ponerse al servicio del líder carismático del momento, cuando no del sátrapa, el cacique o el corruptor de turno. Es la renuncia a pensar por uno mismo. La necesidad de tener un amo. El miedo a la libertad, entendida como la capacidad que posee el ser humano de decidir su futuro y arrostrar, por tanto, las consecuencias de sus actos”, concluye Cacho.

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